Esta es una de las iglesias más queridas por parte de los sevillanos, y por lo tanto uno de sus templos más famosos y visitados. Su nombre completo es Basílica de Santa María de la Esperanza de la Macarena, y se encuentra en el extremo norte del espectacular casco histórico sevillano, muy cerca de uno de los tramos de muralla mejor conservados.
La fama del templo no se debe a que se trate de una de las iglesias históricas de la ciudad, de hecho su construcción es relativamente reciente, ya que se levantó a lo largo de la década de los años cuarenta del pasado siglo XX. En realidad, todo su renombre se debe a que en su interior se encuentran algunas de las imágenes más veneradas durante la Semana Santa de Sevilla. De hecho, aquí tiene su sede la Hermandad de la Esperanza de la Macarena, y la iglesia es una de las estaciones de penitencia más destacadas durante la procesiones de la mundialmente famosa «Madrugá» del Viernes Santo.
Por esa razón, el principal motivo para visitar esta iglesia, no es su arquitectura, sino la contemplación de sus imágenes y esculturas, tanto desde un punto de vista meramente artístico como también para aquellos que lo hagan desde un planteamiento más de devoción.
Dentro de esa imaginería religiosa, sin duda hay dos obras que llaman poderosamente la atención. Una de ellas, lógicamente, es la propia Virgen de la Esperanza, popularmente más conocida como La Macarena. Una talla que no se sabe con exactitud cuando fue hecha, aunque se estima, que se realizó entre finales del siglo XVII y principios del XVIII. Sin embargo, independientemente de una datación concreta, lo cierto es que sigue siendo emocionante ver como toda la expresión del personaje se concentra en las sutiles lágrimas que resbalan sobre su rostro. Un rostro que según los sevillanos, es el de la Virgen más hermosa de la ciudad.
Y la segunda de las tallas más valiosas de la Basílica y de la Cofradía es la del Cristo recibiendo la sentencia de muerte del propio Poncio Pilatos. Un conjunto escultórico que también es uno de los pasos más queridos durante la Semana Santa, y que fue creado básicamente en el siglo XVII, si bien con el paso de los años se han ido incorporando distintas figuras.
Tras contemplar esa iglesia y sus dos imágenes más reconocidas y queridas, es posible complementar la visita entrando al edificio anexo al templo. En él se encuentra el modernos espacio museístico llamado el Tesoro de la Macarena, donde se pueden admirar y descubrir todas la peculiaridades del fervor popular que generan las imágenes religiosas de esta Basílica. Aquí se ven mantos, objetos litúrgicos, donaciones de devotos, etc. En definitiva, un museo para comprender el fervor por la Macarena y todas las tradiciones que la rodean.